jueves, 5 de noviembre de 2009.
- ¿Sabes? A veces tengo la sensación de que la felicidad no es un estado de ánimo, no es un conjunto de factores, no es la cúspide de una pirámide. Cada vez estoy más convencido de que la felicidad se basa en instantes, en rachas intermitentes de apenas segundos, y que su influencia se extiende a lo largo del tiempo, estirándose como un chicle hasta romperse. Mira.

El chico cogió una piedra al azar de aquel lado del lago, y con fuerza lo lanzó al agua.

- ¿Puedes ver esos círculos concéntricos? Pronto no quedará nada de ellos, y la superficie del agua seguirá tan lisa como siempre. Pero aunque los círculos siguieran ahí para siempre, la piedra cae al agua en un instante, y se queda en el fondo del lago para siempre.

La chica sonrió para después replicar:

-¿Compartes conmigo unos cuantos instantes de eterna felicidad?

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