[El pequeño ángel sin alas...

lunes, 8 de febrero de 2010.
...lloraba a puertas del vacío]

No entiendo de lenguajes cifrados ni de rancios manuales de interpretación. Los latidos del corazón son primarios impulsos pasionales que no necesitan someterse al frío yugo de la lógica, de la sensatez. Por eso me beCursivasaste, porque mis ojos te lo pedían a gritos y los tuyos necesitaban consuelo. Porque nuestro corazón no entendía de circunstancias y se me hace difícil ser el receptor de tus sonrisas.

Aquella semana pasó tan rápido como un vendaval de caricias contenidas. Aún tengo muy presente el soplo de aire fresco de un interés suscitado en mis versos que sobrepasó la conciencia de mi mediocridad. Aún vive en mi recuerdo el tacto de tu piel y a cada instante se me antoja más difícil retenerlo, como granos de arena en un puño cerrado. El goteo de sensaciones es continuo y cada concepto guarda relación con tus manos, voladoras sobre un mar de cristales rotos.

Dejé que la pasión tomara el poder de mi cuerpo y de mi ser, pero... ¿acaso aquello fue malo? Hicimos de nuestros sentimientos meras banalidades sin consecuencias, sin entender que había mucho más en juego. Sigo preguntándome si el amor es un cúmulo de impulsos alejados del romanticismo, pero la verdad siempre ha estado escondida bajo la goma de tus bragas, siendo inaccesible y cercana al mismo tiempo, siendo siempre más fácil engañarse.




Hicimos un colchón con tus miserias y las mías, con pétalos de amapolas que sirvieron a tus pies de alfombra y trazas de canciones eternas de un único verso elegido. Abrimos todas las puertas y no dejamos ni una sola ventana cerrada. Volamos siempre por turnos, para evitar perder contacto con la realidad, pero no pudimos evitar que nuestros pies se elevaran del suelo al unísono.




Introduciste la primavera de golpe en un campo yermo y no dejaste lapso de tiempo para que la tierra se asentara. Tu manera de ser me golpea en la cara en cada gesto, no dejas alternativa alguna, me acorralas y sólo aspiro a ser cómplice de tus labios. Susúrrame si te atreves, mátame con cada sílaba, pero por favor... nunca dejes nada al azar. ¿Has visto alguna vez llover?



Fuimos lluvia que empapa hasta dejar confundido, y cada gota de agua golpeó nuestros cuerpos en una especie de ritual místico destinado, finalmente, a la autosatisfacción. Fuimos hiel, fuimos calma, fuimos tormenta y fuimos un deslumbrante rayo en la penumbra de nuestro miedo a ser felices. Surcamos un mar en blanco y negro, y aunque nuestro timón no tenía destino fijo, nos embelesó la ambigüedad de lo enteramente desconocido y a la vez terriblemente familiar. Disfrutábamos cortando el viento al son de una lascivia llena de detalles, pequeños momentos, y complicidades enmascaradas en la insensatez más absoluta.


Ahora mi pluma llora a cada rasgueo, pero gime con la dignidad de quien sabe que la derrota es un mal inexorable en un juego en que al final todos caen. El lobo estepario vuelve a aullar a la luna, única compañera fiel, y volví a esconderme bajo la falda remendada de la soledad. Bailaremos un tango dedicado al viento que alborota tu pelo, y no dejaremos lugar para la compasión.


Aún sigo sin entender lo que pide a gritos tu corazón. Todo está tan claro, y a la vez, tan enmarañado...


Llueve.

3 Comentários:

Alba dijo...

"Nos embelesó la ambigüedad de lo enteramente desconocido y a la vez terriblemente familiar." Con esta frase podria describir muchas historias

Anónimo dijo...

¿"Introduciste"?

Manda huevos con los nuevos literatos...


http://www.wordreference.com/conj/esverbs.asp?v=introducir

Skan dijo...

Seguro que tú nunca cometes errores al escribir. Seguro.


Por cierto, muy valiente tu gesto, dejando un comentario como anónimo. Yo escribiré mal, pero a ti te falta un poquito de respeto.

Un abrazo :)

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