Escondámonos de ese puto viento
que cruel arrebata nuestro ropaje;
quietos, callados, muriendo.
Sin siquiera rozar el oleaje.
Tu serás amapola ya marchita
sin levantar sospechas infundadas;
yo seré, mi niña, vida
oculta en las esquinas de mi traje.
Crisálida de flores perfumadas.
Mariposas sin vendaje.
No, no he aguantado la tentación, no hace falta que lo recordéis.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Comentários:
Publicar un comentario