Mañanas de sonrisas condescendientes

viernes, 28 de agosto de 2009.
Conozco al dedillo todas tus artimañas, me sé de memoria tus estrategias, tus noches frías, tus mañanas de sonrisas condescendientes, todos los recovecos de tu frágil cuerpo. Te deslizas suavemente entre recuerdos y aspas de molino, viajas sin descansar entre gigantes y heridas de guerra, que día tras día, sangran y arden en la frontera entre la cordura y la demencia de mi mente.

Conoces al dedillo todas mis debilidades, te sabes de memoria mis improvisaciones, mis tardes de azul cielo, mis mañanas de sonrisas condescendientes, todos los recovecos de mi maltrecho cuerpo. Sin embargo, no hay espacio para mi ser en tu inocente burbuja, en tu pasividad refleja, en la lujuria incipiente de tus violentos senos.

Cada segundo contigo es una odisea cuyo objetivo es hacer una muesca en tu pétreo corazón, una lucha sin fin en la que es necesario recurrir a todas mis habilidades para evitar salir escaldado. Me descuido y me hundes en el cieno, me dejas expuesto al cierzo y la luna se ríe de mí con crueldad al amanecer.

Te vas, te marchas, pero siempre vuelves... Siempre. El azul cielo se convierte en gris oscuro, pero ya veo aparecer otra vez el sol entre pestañeos de unos ojos traidores.

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