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Imbécil enamorado

lunes, 31 de agosto de 2009.
Cada escalón era un firme intento de autoconvencerme de que lo que estaba haciendo era lo correcto. Ñiec. Ñiec. Ñiec. Mis zapatillas de goma servían para no escuchar la suplicante voz de mi corazón, que te echa de menos hasta cuando estás más cerca. Puto cabrón. No hace caso de vanidades, de orgullos, de dignidades, de engaños inducidos. Pero esta vez mi mente estaba haciendo esfuerzos por ganar el pulso de una vez por todas.

Para terminar de completar el proceso de autoengaño, esbozé una sonrisa pícara, incluso maléfica, totalmente forzada. Pero la boca me sabía a sangre y el pecho amenazaba con estallar.

- ¡Eh, Javi!

Me dio tiempo a inspirar profundamente y de adoptar un semblante sereno, incluso indiferente, antes de asomarme por el hueco de la escalera. Algún ser alado no identificado se unió al concierto de mis entrañas.

-Dime-Mierda. La actuación cerró el telón, y mi corazón dio un golpe sobre la mesa. Otra vez esa cara de imbécil enamorado-

-¿Podrías traerme el trabajo para mañana? Es que necesito copiar unos cuantos conceptos.

-Eh... uh... ah... vale.

Me cago en la puta. Debieron haberme avisado de que los muñecos de nieve de sonrisa malvada y bombas de relojería entre la escarcha se derriten al salir el sol.
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Mañanas de sonrisas condescendientes

viernes, 28 de agosto de 2009.
Conozco al dedillo todas tus artimañas, me sé de memoria tus estrategias, tus noches frías, tus mañanas de sonrisas condescendientes, todos los recovecos de tu frágil cuerpo. Te deslizas suavemente entre recuerdos y aspas de molino, viajas sin descansar entre gigantes y heridas de guerra, que día tras día, sangran y arden en la frontera entre la cordura y la demencia de mi mente.

Conoces al dedillo todas mis debilidades, te sabes de memoria mis improvisaciones, mis tardes de azul cielo, mis mañanas de sonrisas condescendientes, todos los recovecos de mi maltrecho cuerpo. Sin embargo, no hay espacio para mi ser en tu inocente burbuja, en tu pasividad refleja, en la lujuria incipiente de tus violentos senos.

Cada segundo contigo es una odisea cuyo objetivo es hacer una muesca en tu pétreo corazón, una lucha sin fin en la que es necesario recurrir a todas mis habilidades para evitar salir escaldado. Me descuido y me hundes en el cieno, me dejas expuesto al cierzo y la luna se ríe de mí con crueldad al amanecer.

Te vas, te marchas, pero siempre vuelves... Siempre. El azul cielo se convierte en gris oscuro, pero ya veo aparecer otra vez el sol entre pestañeos de unos ojos traidores.
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jueves, 27 de agosto de 2009.
«Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos. Mi táctica es hablarte y escucharte, construir con palabras un puente indestructible. Mi táctica es quedarme en tu recuerdo. No sé cómo ni sé con qué pretexto, pero quedarme en vos. Mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros, para que entre los dos no haya telón ni abismos. Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple. Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites»

Táctica y estrategia, Mario Benedetti


Creo que es la primera vez que cuelgo algo que no es de mi propia creación. Pues bien, que no sirva de precedente. Sólo es que me he sentido demasiado identificado...


Que ha sido un momentito sólo de bajada... ¡que aquí no pasa nada!
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lunes, 24 de agosto de 2009.
Entré con paso decidido en el ascensor que tantas otras veces me llevó al cielo, desafortunadamente siempre al piso equivocado.

Allí estaba otra vez, fundiendo sueños con esperanzas frente a un espejo que siempre me ofrecía una imagen equivocada de mí mismo.

Me encontré con un destino incierto, con ilusiones que se escapan, con un corazón oxidado.

Dejé plantado al miedo en el piso de abajo por tres o cuatro instantes, pero creo que ya sube por las escaleras. A ver si me da tiempo a tocar el timbre...
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